De principio a fin, una marabunta de paraguas llena la Avenida País Valencià, en aquella época conocida como Avenida del Generalísimo, mientras la entrada cristiana la recorre.

La lluvia no cesa, pero tampoco la fiesta... esta imagen es el vivo retrato de un sentimiento, el sentimiento de un pueblo hacia lo que considera más suyo, sus fiestas en honor a San Jorge.

Un sentimiento y una devoción que no desparecen por mucho que las inclemencias meteorológicas lo intenten. Bajo la lluvia la música sigue acompañando a los festeros bajo el sonido de los aplausos.

El objetivo de José Crespo Colomer supo atrapar este sentimiento tan alcoyano, esa alma festera, en esta fotografía de 1972, ganadora de la Primera Medalla.

Precursor de la fotografía festera actual, Crespo Colomer no se detuvo en mostrar algún cargo importante, al contrario, capturó al principal protagonista de las fiestas, el pueblo de Alcoy.

Como diría la expresión "no cabe ni un alfiler", incluso los engalanados balcones puede verse a gente con su paraguas observando el paso de los Mozárabes. Nadie quiere perderse la fiesta, aunque posiblemente los paraguas apenas dejaran verla, aquello no importaba. Lo importante es estar presente, en la calle, vivir en primera persona el ambiente festero, sentir ese olor a pólvora, a celebración, incluso a lluvia de primavera, tan peculiar que tienen esos días de abril.