
El tiempo pasa volando, eso es algo de lo que casi todo el mundo es consciente. Es por ello que la gente busca maneras de pararlo, diferentes opciones para inmortalizar los momentos para así, poderlos revivir cuando nos apetezca. La fotografía concede esa ansiada petición. Capta instantes y te los enmarca, haciendo que puedas conservarlos eternamente, a pesar del tiempo y del paso imparable de los años. Una instantánea te retorna a tiempos pasados, quién sabe si mejores o peores, pero al fin y al cabo, a tiempos que sabes que jamás van a volver.
Todo eso Lola Mondéjar lo sabe muy bien. Aunque estudió para ser delineante, desde pequeña ha ido con una cámara en la mano. No era muy difícil imaginar que acabaría dedicándose a ello. Finalmente, en el 2010, decidió invertir todo su tiempo en lo que realmente ha sido su vocación desde siempre: la fotografía. Aunque está especializada en la fotografía infantil y de comuniones, de familia... Para ella no existen las barreras. También trabaja fotografiando eventos y productos para publicidad, entre muchos otros.
En cuanto a la fotografía infantil, Lola afirma que para que salga una buena sesión, 'sigue al niño'. Observa cómo es y lo que le gusta y tira de ese hilo para que todo fluya. Tal y como ella afirma "es la inspiración de ese momento" la máxima que sigue para plasmar en fotografía lo que capta con sus ojos.
Pero como en casi todo en esta vida, hay algo en lo que fijarse a la hora de hacer cualquier cosa. Lola, por su parte, tiene muy claro que a la hora de 'disparar', se fija en la frescura que de los niños, pero, más que nada, en la mirada. Hay a veces en las que incluso pide a los padres que se marchen para que el niño fluya con más naturalidad, sin tener que mirar obligatoriamente hacia la cámara y actuante con fluidez. Es entonces cuando aprovecha lo que ella califica como 'la mirada espontanea'. Esa mirada inocente, en la que no se pide al 'modelo' que mire, sino que haga según le apetezca y que se mueva a su propio compás. La mirada natural, aquella que no buscas, la que, simplemente, sucede.
Si bien es cierto que actualmente existen miles de lugares a los que acudir cuando necesitas la ayuda de un fotógrafo, hay algo que diferencia a Lola de muchos de ellos. No le basta con acudir al lugar, hacer un número de fotos y realizar el álbum. Ella va más allá, se pone en el lugar del niño volviéndose niña ella también. Tal y como afirma "es la mejor manera para que el pequeño se sienta cómodo, que me vea como a una más". Juega con ellos, se interesa por cómo les ha ido la semana en el colegio y captura esos detalles. Esos instantes de todo menos forzados.
Algo que le funciona muy bien es llegar a un acuerdo con el niño. Hacen un pacto sobre lo que le apetece hacer y lo que Lola le va a pedir y realizan ambos tipos de foto. Saltos, gritos, risas y sorpresas se ven plasmadas en el resultado final que ofrece la fotógrafa. Todo ello se ve reflejado en una reacción de los padres que, en más de una ocasión, ha dejado a Lola con lágrimas en los ojos. "Me siento realizada, pero sobre todo cuando vienen los padres a agradecerte personalmente cómo ha quedado el trabajo. He llegado a llorar con algunos de los mensajes que me envían los papás cuando ven el resultado del álbum de fotos. Lloro yo y lloran ellos". Naturalidad y espontaneidad son sus máximas... Y los resultados lo confirman.
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