Como la mayoría de españoles, estos días he estado pendiente del televisor con mas frecuencia de lo habitual. La ocasión lo merecía , pues la abdicación de Juan Carlos I, el nombramiento del nuevo rey Felipe VI, el mundial de fútbol, las primarias del psoe, el gobierno del pp toreando leyes orgánicas con las que salir airosos de la proclamación del nuevo jefe del estado, la pretensión de referéndum para la implantación de la república, los parlamentos acerca de democraria, monarquía y república, los catalanes, los vascos, los independentistas y en fin, un conglomerado que la verdad ha hecho que saliéramos del letargo al que estamos acostumbrados en el día a día.

Los republicanos dicen que a pesar de serlo acatan la monarquía por respeto a la constitución, los que no lo son dicen que no son monárquicos, pero que no esta mal el reinado que tenemos, los monárquicos pues eso…..son monárquicos. Yo personalmente soy presidencialista, pero he observado con detalle el rigor protocolario con que todo se ha desarrollado, y la verdad es el que la emoción de los momentos vividos me ha contagiado. Hemos convivivido momentos difíciles con nuestra monarquía y siempre se han comportado como tutores de nuestros derechos. Salvo en raras ocasiones su comportamiento ha sido ejemplar, la educación y simpatía con que todo lo llevan a cabo es excepcional y nada hemos de decir sobre el papel de la monarquía siempre al margen de las decisiones políticas.

Lo que también es cierto es el que los elogios al cambio han sido en la mayor parte de la prensa mundial, y algo de bueno debe de haberse hecho cuando las felicitaciones y parabienes vienen desde tan lejos y desde tan cerca. Tener un rey, que se aplica día a día en ser mejor para mantener su corona, con una educación ejemplar, con conocimientos de varias disciplinas civiles y militares, dominando varias idiomas, que no precisan de ayuda protocolaria pues ellos son los que imponen el protocolo, que son capaces de reunir a grandes inversores alrededor de grandes empresarios españoles y que tales eventos serían impensables sin la mediación del rey, es algo que nos debe hacer reflexionar.

Nacer para rey, ser educado para rey, vivir siempre bajo el yugo de ser rey y ejercer de rey, puede parecer tarea fácil, pero si se oberva y piensa detenidamente es tarea muy árdua, difícil y además desagradecida y la prueba de ello, es soportar la tensión de momentos como los acontecidos  por el rey padre y el rey hijo, a cambio de unos aplausos merecidos que son lo que al final se llevan junto con el cansancio y a veces la desazón de quienes por buena vecindad o por cortesías acuden a los actos para  ni siquiera aplaudir y pretender salir airosos para dejar patente que se puede estar y no estar, dependiendo de lo que mas les convenga. Nuestros rey y rey, están siempre al servicio de todos y para todos, y así se ha dicho muchas veces, se ha demostrado otras tantas y otras mas se ha constatado. Quizás deberíamos ser menos patriarcas y con menos autarquía.