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De Herodes a Pilatos

Artículo de opinión de Bartolomé Sanz Albiñana, doctor en filología inglesa.

Bartolomé Sanz

El título completo tendría que ser “De Herodes a Pilatos, pasando por Anás y su yerno José Caifás”. Cualquier ciudadano en la necesidad de realizar una sugerencia, súplica o denuncia ante cualquier estamento de la Administración, sabe perfectamente de qué hablo. Primero, el preludio o paseíllo de despacho en despacho, y a continuación, el víacrucis del papeleo, seguido de la espera a la resolución y posterior comunicación. Exactamente lo mismo que a Jesús, y total para acabar en una cruz.

 

A pesar de que vivimos en un mundo cada vez más ateo donde lo único que existe es lo material, ustedes me perdonarán  yo aún estime pertinente echar mano de la Biblia para dar rienda a mis exégesis. Occidente aún es oficialmente cristiano y para los creyentes lo espiritual es lo único que importa.  Bueno, creyentes, creyentes cada vez hay menos, y si la Biblia nos suena algo es porque en Semana Santa nos pasan siempre las mismas películas, y de tanto verlas… Lo que yo les diga: dentro de dos generaciones nadie sabrá quienes eran Poncio Pilatos, Herodes Antipas y los  sumos sacerdotes Anás y Caifás. Con lo que la expresión “ir de Herodes a Pilatos” carecerá de todo significado en un futuro no muy lejano,  y los niños entrarán a los museos y preguntarán a sus profesores por la identidad de “ese que está clavado en una cruz con una corona de espinas”.

 

Hace medio año escribí un artículo titulado “De entrevistas, concejales y Reyes Magos”, que se publicó en pagina66.com, El Gratis y El nostre Ciutat. No les pedía trabajo, simplemente hablaba del “acortamiento de la Cabalgata de Reyes, líneas de autobuses, limpieza viaria, poda de árboles, servicios sociales, defecaciones caninas, bicis invadiendo las aceras, pasos de peatones que se pintaron por última vez en la época de los romanos, la sal sobre la calzada cuando nieva y sobre la temperatura insoportable del verano”. Podría haberme quejado de la farola que dejó de alumbrar no recuerdo cuándo o de las baldosas sueltas de las aceras el día que se le ocurre llover.

 

Anteriormente había visto cómo determinados concejales tomaban nota con buena letra de ciertos temas que les comunicaba o de cómo otros me enviaban al Pilatos de turno, etc, de modo que escribí una carta a los Reyes Magos con estos y otros asuntos. Ahora, habiendo transcurrido un año, observo que las zonas para que los chuchos defequen continúan exactamente igual y que las enredaderas pronto taparán mis ventanas.

 

Vean, si no, la calle Calderón en el mismo estado que a comienzos de legislatura, y el estado de los puentes, peor. Rezo cuando camino por la calle Perú para que determinado resto arqueológico no se me venga encima. Y algo me coge más cerca: en el Camí Vell de Cocentaina ya no existen los bolardos (da igual que lo comuniques con registro de entrada que sin él, que te dirijas a un departamento que a otro), con lo cual los coches y motos entran y salen por donde les place. He observado, por último, que en la Escuela de Idiomas se recortan periódicamente las enredaderas de las vallas que la rodean, pero alguien ha decidido que este trabajo no es necesario hacerlo en el Camí Vell de Cocentaina, ya que, en un loable afán municipal de ahorro, ahora son los coches y ciclomotores  quienes se encargan de mantener a raya las enredaderas que salen del parc de la Bassa e intentan trepar las paredes de Juan Gil-Albert, 26. Además, debajo de dicha enredadera existe un proyecto tácito de basurero (papeles, hojas, suciedad, botellas, etc.), que de seguir así pronto  se convertirá en un nuevo vertedero, que podría inaugurarse en la próxima legislatura.

 

Y como estamos en verano, estación en la que todo se adormece, y alguna concejalía posiblemente cambie de titular, tendremos que esperar a que llegue el invierno para escribir una nueva carta a los Reyes Magos, quienes la llevarán a Pilatos; este se la entregará a Herodes. Herodes le mandará un e-mail a Anás. Anás escribirá un whatsapp a Caifás. Y cuando alguno de los temas planteados se solucione o muera por inanición por no encontrarse a quien endosarle el marrón, yo seguramente estaré en otro mundo, o quizás, vaya usted a saber, ya haya resucitado de entre los muertos.

 

Con el fin de que no perturbar la paz de los despachos, prefiero quejarme  en otros medios, ya que  me siento culpable cuando robo un minuto del sagrado tiempo de los regidores, que siempre me atienden como a un apestoso en el vestíbulo del Ayuntamiento por si acaso fuera portador del virus Ébola. Pero en el fondo, no soy más que un pequeño Prometeo con una cerilla en la mano, sin más pretensión de que alguien perciba mi insignificante luz inquisitiva. Espero que Zeus no me castigue por ello.

 

En fin, ya me he dado cuenta de que el aforamiento es más rápido que la solución a alguno de los temas que planteo. Está meridianamente claro, así que:

 

Aforémonos todos,

/en la lucha final.

El género humano

es la internacional. (Bis)

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