José Luis Juan Solroca. Pocos son los que no lo conocen. Solroca es una marca. Solroca es eterno. Está cerca de cumplir los 50 años con una cámara de fotos. Recuerda perfectamente que fue en agosto de 1966, haciendo la mili en Melilla, cuando se compró la primera.

Fue una Wirlander. Después vendrían muchas otras marcas: Minolta, Bronica, Rollieflex hasta la Olympus actual. Solroca ha sido testigo de excepción, notario fotográfico de cientos, por no decir miles, de acontecimientos vividos en estas comarcas.

Ha sido un apasionado por el deporte y la Festa. Cierto que ha hecho bodas, bautizos y comuniones, pero se ha dedicado al deporte en especial al Alcoyano, al Alcodiam y a los equipos de las ligas locales. También les filaes. Pocos ensayos son los que se ha perdido. Se ha extendido la leyenda que muchos no empiezan hasta que él no llega.

Solroca nos abre las puertas de su casa y nos enseña el armario que es para él un tesoro. Allí acumula gran parte de los negativos. En otro lugar guarda los de Festes. No se atreve a decir la cantidad de negativos y CDs, pero sí se enorgullece de encontrar cualquier foto con solo decirle la fecha.

El ‘servicio a domicilio’ ha sido otro de sus puntos fuertes, elemento diferenciador, pues muchas veces sin saber la dirección de los interesados acaba apareciendo en sus casas.

Su mujer le pide que lo deje ya, tras sacar adelante a su familia –tiene tres hijas- pero él dice que no puede, que seguirá haciendo fotos mientras el cuerpo aguante.

Curiosamente tiene pocas fotos suyas, y menos aún antiguas, con la cámara de fotos. La que se ve aquí es de principios de los 70 en el campo de la Morera siguiendo al Contestano Juvenil.