Un rectángulo de yeso y una fecha señalada sobre el blanco mide el miedo de que el esfuerzo de una vida se hunda sin saber por qué.
Una manzana de casas en Batoi, entre las calles Carrascal, Aitana y Mariola, muestran desde hace tiempo las señales de la amenaza. Unas grietas cruzan las fachadas señalando que algo va mal en el subsuelo de estas viviendas.
“Por dentro la raja está igual que por aquí”, señala a Página 66 una de las vecinas, que al tiempo trata de conformarse al decir “nos han dicho que si la grieta no está por arriba, no es tan peligrosa”. De todas formas, el miedo existe, y sale en forma de palabras que relatan las visitas de los técnicos municipales, la descripción de la grieta del suelo que casi separa la finca de la acera y una petición: “dilo, dilo todo, a ver si se dan prisa los del Ayuntamiento”.
Estas casas de Batoi se construyeron a finales de la década de los 50. El Ministerio de la Vivienda finalizó las primeras 80 viviendas en 1956. Se debía dar acomodo a la población que iba sumando habitantes a Alcoy y que se concentraba en plantas bajas (cellers) y viviendas poco saludables. Una hipoteca a 50 años era la forma de acceso a una casa, compuesta, generalmente, por un comedor central, tres habitaciones, cocina, aseo y un pequeño vestíbulo.
Hace ahora unos 25 años, las humedades se hicieron persistentes. En esta zona, cada casa consta de cuatro pisos en dos plantas. La solución que se decidió, abrir unos orificios de aireación que pasasen por debajo del suelo de la planta baja. La causa de la humedad quedó, de esta forma, invisible.
Lo de las grietas parece que responde a cuestiones de alcantarillado. “Hace un tiempo descubrieron que se había roto una canal más allá, pero lo arreglaron, esto es otra cosa. Pasaron por aquí con el carro y vieron que no había fuga por aquí, no sé…”, afirma otra vecina, algo más joven.
En algunos puntos, el testigo de yeso ha cedido. Desde su instalación, en febrero de 2015, ha aparecido en él una grieta que lo cruza. “Es poco, pero… Dicen que pronto nos dirán algo, que lo tienen que estudiar bien, pero ¿ves cómo se ha rajado?”, señala la primera de nuestras interlocutoras.
De momento, la grieta sigue. El tiempo pasa entre compromisos y promesas con la raja del miedo fuera y dentro de casa.
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