Vivimos demasiado deprisa y aunque sumergirse en un baño de espuma relaja y provoca sensaciones agradables, en ocasiones no tenemos tiempo para este placer. Por otro lado, la ducha poco tiene que ver con la clásica alcachofa  y cada vez va sofisticándose más, con distintos tipos de chorro, simuladores de lluvia o sistemas termostáticos.

Un baño nos sienta mejor antes de dormir, porque nos relaja, nos baja la tensión. Sin embargo, la ducha va mejor por las mañanas, porque nos llena de energía.

Si lo que más realizamos en nuestro aseo diario es pasar por la ducha, no es demasiado coherente hacerlo en la bañera, con la incomodidad que supone, especialmente para entrar o salir.

Sustituir la bañera por una ducha es la solución. Además, es una buena idea para que nuestro cuarto de baño parezca mayor y estemos más anchos.

Como en todo, hay muchos tipos de platos de ducha. Los más económicos son los cerámicos, que presentan cierto peligro al ser los que más resbalan. Más ligeros y seguros son los sintéticos o acrílicos, que son menos deslizantes, al tener dibujos en su superficie. Los de pizarra, piedra u otros materiales tienen texturas muy agradables, son muy seguros, además de tener unos acabados con estéticas muy actuales.

Antes de hacer el cambio hay que tener en cuenta que al levantar la bañera va a quedar un espacio de pared y de suelo desprovisto de alicatado. Debemos prevenir qué tipo de azulejo o acabado deseamos. Podemos buscar algo similar o algún diseño que complemente nuestra decoración.