La figura del entrenador personal en un gimnasio está vista muchas veces como algo que solo sirve para ‘machacar’ el cuerpo sin parar, para no rendirse en el ejercicio que se hace a diario.

Está claro que el entrenador exige, pero siempre lo hace pensando en qué será mejor para cada persona. El único objetivo de estos monitores es que la persona interesada progrese en aquello que necesita.

Perder peso, ganar masa muscular, sentirse bien haciendo ejercicio… Son algunos de los ejemplos que un entrenador personal puede y debe cuidar.

“Un entrenador profesional es una persona cualificada para hacer un seguimiento de todo aquello que hace una persona desde que entra por la puerta del gimnasio hasta que sale”, detalla Benjamín Francés, propietario de Ben Gym.

“La meta es que este entrenador sirva a las personas para guiarles en su entrenamiento, decirles qué les conviene y qué no, corregir posturas, recomendar pesos, explicar ejercicios…”, comenta Francés.

Además, este personal profesional proporciona las herramientas necesarias para que aquel a quien prepara no se desmotive, sea cual sea su afán. Si el usuario aprende a hacer las cosas bien y empieza a notar resultados, continuará con la rutina que le prepare el entrenador.

 “Para que la gente continúe con sus entrenamientos es indispensable crear grupo, hacer piña, y el entrenador es parte fundamental para que todos se sientan a gusto”, remarca el propietario de Ben Gym.

El mito de que el entrenador personal sirve para crear ‘chulopiscinas’ se debe olvidar, ya que sus consejos y trabajo son cada vez más utilizados y valorados por los usuarios de los gimnasios.