La recta final de noviembre hace bajar el mercurio del termómetro y el frío que se apodera del cuerpo hay que quitárselo de encima nada más llegar a casa. ¿Cuál es la mejor sensación al entrar por la puerta del hogar? Para muchos, la del calor que desprende una chimenea de leña.

Este tipo de chimeneas se han convertido en una manera económica de mantener una vivienda caliente en la época de más frío. Esta sensación de calor agradable cada vez se escoge más en detrimento de las estufas de butano o los radiadores de pared o móviles. Están de moda y tiene razones para ello.

A la hora de enfrentarse a la instalación de una chimenea de leña, no hay que preocuparse de nada. En Chimeneas Sirvent señalan que la instalación es sencilla y los profesionales se encargan de seguir todos los pasos, desde el asesoramiento al cliente en el tipo de chimenea o espacio donde colocarla, hasta la instalación y acabado de todos los elementos y conductos que esta lleva. La comodidad es una de las principales ventajas.

Por características, uno de los elementos a tener en cuenta es el tiro. Si es estrecho hará que humo y restos se cuelen en casa. Si es ancho dejará escapar parte del calor aprovechable. Si es regulable permitirá graduar las condiciones de temperatura de la casa. Cada caso es un mundo y hay que ver qué encaja mejor en cada estancia donde se coloque una chimenea.

Estas chimeneas de leña, como su propio nombre indica, necesitan leña. Es el combustible que genera el calor y hay que cuidarlo en condiciones óptimas. Esto significa: espacio para almacenarla, tenerla seca y que sea de la mayor calidad posible. Robles y encinas tienen madera dura que aguanta más tiempo quemándose en el fuego.

En Chimeneas Sirvent explican que estas chimeneas son una fuente económica de calor, pero que hay que mantener y limpiar para alargar su vida. Lo ideal es hacerlo en verano, que se encargue un profesional y que se haga de arriba a abajo, es decir, desde el depósito de leña hasta la salida del humo.