
Alejandro Marín tenía 14 años cuando un coche casi se lleva por delante su vida e ilusiones. El atropello provocó que le amputaran de urgencia un pie a la altura del tobillo, pero pese a los años que sufrió a consecuencia del accidente, ha sabido resurgir anímicamente hasta lograr metas que ni él ni su entorno se imaginaban.
A día de hoy, Marín es campeón de España de salto de longitud gracias a las prótesis que él mismo ha diseñado en el Campus de Alcoy de la Universidad Politécnica de Valencia, donde se ha graduado en Ingeniería Mecánica. “Estudiar aquí ha significado mucho para mí”, ha explicado el atleta, quien ahora trabaja en el Instituto Tecnológico del Calzado (INESCOP) de Elda.
Desde los 14 hasta los 18, el camino que tuvo que seguir estuvo lleno de “desastres, depresiones y otros problemas que se juntaron con la adolescencia, esa etapa en la que la gente tiene la mala costumbre de decir las cosas sin importar las consecuencias”, ha destacado Marín.
Acoso escolar, curas casi a diario de un muñón mal acabado y un sedentarismo creciente en la cama hicieron reflexionar a un joven que quería “cambiar el estilo de vida” y por eso decidió amputarse voluntariamente unos centímetros más de pierna y así adaptarla para mejorar su calidad de vida.
A partir de aquí, los años de estudio no terminaron solo en su graduación, sino en una visión profesional orientada a diseñar sus propias prótesis y ayudar a que otros con los mismos o similares problemas pudieran disfrutar del deporte sin tener que sufrir el calvario que pasó él en sus años alejado de una vida normal, con aficiones tan saludables como el deporte.
El propio Marín cuenta que su irrupción en el mundo del atletismo fue de casualidad. Empezó a entrenar con un grupo de workout que descubrió en Alcoy. Esta modalidad deportiva le permitió trabajar el tren superior de su cuerpo para luego probar con el snowboard, disciplina que tuvo que aprender desde cero con una adaptación que él mismo se fabricó para transformar el movimiento de tobillo en movimiento de rodilla a la hora de descender.
Más tarde, le llegó la llamada del Comité Paralímpico, que había seguido su historia y le invitaron a conocer cómo trabajaba un atleta discapacitado. Llevó a cabo las pruebas y entró a formar parte del grupo para conseguir éxitos como el del salto de longitud o el segundo puesto en el subcampeonato de los 100 metros lisos este pasado mes de julio.
“Di un salto muy alto en mi carrera, me encanta el deporte, pero nunca me planteé la preparación para unos Juegos Olímpicos”, ha comentado Marín, quien ha subrayado que el atletismo es su “liberación del día a día”. De hecho, pertenece a las federaciones de los dos deportes que practica de manera profesional, ya que también continua con el snowboard.
Las ganas de Alejandro Marín de seguir adelante en el mundo del deporte hacen que pueda ser uno de los pocos atletas paralímpicos que compitan en Tokio 2020 y Pekín 2022, ya que al ser deportes de invierno y verano no tendría impedimento para representar a España en las dos modalidades.
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