Probablemente no te hayas parado a pensar nunca cómo actúan tus sentidos cada vez que pruebas una comida nueva. Aunque es información sin la cual se puede sobrevivir, nunca está de más entender cómo reaccionan nuestros sentidos ante diferentes alimentos. En Pastamania reconocen que todo sigue un orden y es que, lo primero que hacemos antes de probar un plato nuevo es utilizar la vista.
Miramos el plato para tratar de reconocer con nuestros ojos qué alimentos contiene, con qué está hecho. Tratamos de relacionar lo que vemos con lo que nuestra memoria tiene almacenado, con otros platos diferentes pero con similar apariencia. Por supuesto y, aunque poco que ver tenga con el gusto, la apariencia del plato, su tamaño, su presentación y sus ingredientes hacen que, a priori, nos parezca más o menos atractivo. El paso que le sigue es utilizar el olfato, de este modo, tratamos de reconocer olores que nos parezcan conocidos, que podamos relacionar.
Tras ello, se le deja paso al tacto. No precisamente con las manos - aunque alguna vez sí - sino con los cubiertos y, posteriormente, con la boca. Es entonces cuando identificamos esa comida como jugosa, seca, cremosa,... Y, justo después de ello entra en acción el sentido más importante y que acabará por determinar si ese plato nos agrada o no: el gusto y, por consecuente, las papilas gustativas. Entran en juego los cinco sabores básicos: dulce, salado, amargo, ácido y umami. Para los que este último les pueda parecer extraño, se trata de un vocablo japonés que significa 'sabroso'.
Y es que en Pastamania nos recuerdan que solo existen esos cinco sabores, por extraño que nos pueda parecer. A parte de estos, todos los demás son solamente el conjunto de sensaciones que nos produce un alimento en la boca y que se denomina: flavor. Mientras que el sabor es la impresión que te causa un alimento, el flavor es la sensación producida por los compuestos químicos de este producto, que impresionan a los sentidos cuando masticamos. Por lo tanto, cuando comemos chocolate, percibimos el sabor dulce del azúcar, el amargo de la teobromina y del tostado, la esencia de vainilla, canela, etc... Pero no percibimos el sabor a 'chocolate'. Es la integración de estos sabores y de sus aromas los que, erróneamente interpretamos como 'sabor'. Aunque, a fin de cuentas, lo importante es que las sensaciones que percibimos a ingerir un alimento sean positivas y, sobretodo, placenteras.
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