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Los artistas, la medicina invisible

Artículo de opinión de Pablo Léon

Pablo León

[Img #53167]Llevo 45 días de confinamiento, mes y medio sin salir de casa salvo para echar la basura y ahora caminar una hora al día. Según los planes del Gobierno Español, el confinamiento finalizará a finales de junio. A lo largo de dos meses los diferentes sectores económicos irán recuperando progresivamente su pulso (quienes todavía lo mantengan). Son muchos los que ven oscuros nubarrones en su futuro económico y no les falta razón. De todos ellos, me pregunto cómo estará viviendo esta pesadilla el colectivo de los artistas.  Sí, los artistas, los y las que escriben, diseñan, pintan, esculpen, componen, interpretan, cantan o actúan, cuyas mentes amenazan constantemente con hacernos la vida un poco menos dura. Me pregunto cómo estarán viviendo esta pesadilla los que dependen de su creatividad: técnicos de iluminación o sonido, road managers, modistas, músicos que les acompañan en el escenario, correctores de novelas, gestores de sus pequeñas empresas, tiendas musicales, editoriales, diseñadores de grafismo, técnicos de escena, responsables de merchandising, fotógrafos, ilustradores… La lista de profesionales es larga, como la espera para poder volver a subirse a un escenario.

 

A lo largo de estos 45 días de confinamiento muchos de nosotros nos hemos refugiado en la música, la literatura o el cine. A las 20h. seguimos agradeciendo improvisados conciertos de tenores y sopranos, trompetistas, violinistas, pianistas, poetas y un sinfín de artistas que, desde su balcón o ventana nos alegran el día, aunque sea por pocos minutos. Después, en la intimidad de nuestros hogares, nos refugiamos en series de humor, películas, documentales o novelas que teníamos apartadas. Es ahí cuando nos damos cuenta de lo necesario que resulta ser este colectivo para el bienestar de la sociedad, la transcendencia de sus creaciones y el poder que tienen para hacernos sentir mejor. Es ahí donde valoramos su tiempo, su trabajo -en muchas ocasiones precario-, su creatividad y sensibilidad. La rutina que nos dominaba hasta marzo convertía a los artistas en complementos a nuestro día a día. Sin embargo, ahora necesitamos de sus creaciones para elevar el ánimo y renovar fuerzas. A falta de una vacuna que mate al bicho, ellos nos aportan una medicina emocional invisible de incalculable valor.

 

El Gobierno ha dejado la puerta abierta para que a finales de mayo se pueda reanudar la actividad en las salas, aunque de forma muy reducida. Es de esperar que, a medida que pasen las semanas (y si la responsabilidad social lo permite) los artistas puedan ir recuperando parte de su actividad.

 

Su creatividad está ayudando a la sociedad a llevar un poco mejor esta pesadilla colectiva. Esperemos que la sociedad sepa devolverles todo lo que ellos nos aportan.

 

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