
Hoy, 7 de julio, se celebra el Día Internacional de la Conservación del Suelo en honor al científico estadounidense Hugh Hammond Bennett, quién dedicó su vida a demostrar que el cuidado del suelo influye directamente en la capacidad productiva de los mismos o como él mismo lo decía “la tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza se mantiene con la sostenida productividad de nuestras tierras agrícolas”.
El suelo en realidad es un sistema que vive cambiando constantemente, lo que le transforma en un recurso altamente complejo. No solo sirve como soporte para todas las formas de vida, como las plantas y animales, sino que además sirve de sustrato para el crecimiento de la vegetación, garantizando los nutrientes necesarios para todas las especies. Desde el punto de vista agrícola, los suelos funcionan como el canal de comunicación entre el productor y su cultivo, ya que a través de las acciones que este realice, la calidad y el tamaño de su plantación variarán drásticamente.
La desertificación es un proceso de degradación ecológica en el que los suelos fértiles pierden total o parcialmente su capacidad productiva. Este fenómeno se puede dar por tres causas principales como son la deforestación, el uso desequilibrado de los suelos y el mal uso de equipos mecanizados.
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