Jugar es la manera que tienen los cachorros, en todas las especies de mamíferos, para aprender a desarrollar sus habilidades. Fomenta la interacción con los de su especie, crea vínculos poderosos que pueden perdurar toda la vida y ayudan a crear nuevos lazos durante la etapa de crecimiento.

Los expertos valoran el papel que tiene el juego en el proceso de aprendizaje de los más pequeños y se pronuncian sobre su importancia en los primeros años de vida.

El juego, una parte esencial de su desarrollo

Como ocurre en todas las especies de mamíferos, los seres humanos precisan, desde su nacimiento, de interacción con los suyos. La primera toma de contacto la tienen con sus progenitores, quienes serán sus referencias en todo durante la primera parte de su andadura en la vida y quienes le guiarán a través de las principales actividades.

Buena parte de las habilidades que desarrolle el pequeño tendrán que ver con el juego, la que será, a la vez, fuente de diversión y de aprendizaje. “Es fundamental que los niños y niñas dediquen buena parte del tiempo a jugar para que aprendan a desenvolverse en todo tipo de situaciones, tanto en solitario como en grupo”, explican desde Juguear, la firma líder en la comercialización de juguetes de madera para bebés y niños.

“Fomenta la interacción, la disciplina, la creatividad, el respeto y la diversión, por lo que no puede faltar el juego en sus rutinas diarias”, añaden.

Como una disciplina transversal que se desarrolla con el paso de los años, las características de los juegos deben evolucionar conforme el pequeño empieza a adquirir nuevas destrezas, haciendo que siga una curva de aprendizaje paulatina adaptada a su edad.

“Desde el mismo nacimiento del pequeño hasta los seis primeros meses, el aprendizaje es más sensorial. Recibir una sonrisa y que el bebé la devuelva puede ser la primera toma de contacto para asentar las bases de todo lo que vendrá después. Es la importancia de las habilidades socioemocionales que generan fuertes vínculos entre sus allegados”, explican.

Así, otros signos, como imitar los balbuceos del bebé con el fin de mantener un canal de comunicación con él en su mismo “lenguaje”, puede ser muy beneficioso para enviar potentes indicadores al bebé que le indique lo que tiene que hacer en una situación de interacción social.

A partir de ahí, y hasta los doce primeros meses, el bebé tendrá que satisfacer sus necesidades de exploración. El gateo es el primer paso para aprender a caminar, algo que debe combinar con pequeñas muestras nuevas que le permitan desarrollar aptitudes diferentes.

“Suele ser habitual empezar a explorar la relación causa y efecto en este lapso de tiempo, y hacerlo con el propio juego suele ser habitual”, explican desde Juguear. “Los golpes y las caídas de objetos son frecuentes, ya que así aprenden algo básico sobre las leyes del mundo en el que viven, y por eso el uso de juguetes de madera está tan recomendado desde edades tan cortas, ya que es una manera segura de garantizar que ni el juguete ni el bebé sufren daños por la manipulación de los mismos en este tipo de situaciones”, comentan los expertos de la firma.

Es por eso por lo que Juguear cuenta con un catálogo de juguetes tan extenso. Todos ellos pueden ser consultados por tipos, por edad o por métodos pedagógicos en https://www.juguear.com/, ofreciendo una variedad de juguetes adaptada a las necesidades del bebé.

El juego como aprendizaje a partir del año de edad

Coincidiendo con la llegada de la criatura a la guardería o al centro de preescolar, se debe fomentar el juego no estructurado, juegos divertidos donde sean los niños y niñas quienes lleven la voz cantante y quienes tengan la iniciativa. En esta clase de actividades los peques persiguen satisfacer su curiosidad, algo muy beneficioso para ellos.

Los juegos que emplean bloques de construcción, cucharas de madera u otros objetos pequeños, y que les permite resolver pequeños rompecabezas, son los mejores para esta etapa. Son actividades que les permiten hacer uso de su capacidad de razonamiento y que les será de mucha utilidad cuando lleguen a las primeras etapas de la educación infantil.

En este momento, la interacción con otros niños de su edad es fundamental para empezar a ampliar el espectro de habilidades sociales que el niño o la niña puede desarrollar. Y los expertos recuerdan que es un error caer en estereotipos de género tanto en lo que respecta a los juegos como a las relaciones sociales, por lo que no se debe coartar la socialización de los niños y niñas a partir de este momento.