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El campanario de San Roque: el ninguneado

Mirando en perspectiva 2. Artículo de opinión de Alfonso Jordá, Ingeniero de caminos

Alfonso Jordá

[Img #61290]Como muchos alcoyanos, he vivido durante los últimos años con cierta perplejidad la conversión del antiguo patio del colegio de San Roque, a la entrada de l’Alameda, en una finca de viviendas ofertadas como exclusivas.

 

El desconcierto ha sido doble. Por una parte, la pérdida de un lugar en el que tantas generaciones de niños disfrutamos no solo el recreo escolar, sino competiciones y todo tipo de eventos. Cómo olvidar, por ejemplo, los que somos más maduritos, en la década de los años setenta, que no pocas veces asistíamos desde allí, atónitos, a las trifulcas que se montaban en la sede de los sindicatos, entre manifestantes y policías (los grises).

 

Por otra parte, desde el punto de vista estético, la nueva imagen del campanario difuminada por el reciente edificio, la sentí en su momento y sigo haciéndolo cada vez que paso por allí, como un mazazo al buen gusto. Estoy convencido de que es una de las chapuzas urbanísticas más lamentables, en uno de los puntos neurálgicos de la ciudad, que legamos a las futuras generaciones. Y esto no sólo es mi opinión como técnico que recibió en su día formación sobre la importancia de la estética en el paisaje urbano y en la ingeniería civil, sino de una gran parte tanto de alcoyanos como de visitantes con sentido común.

 

Hemos dado lugar a que uno de los tres principales campanarios de nuestra ciudad esté totalmente abrazado y ninguneado por un edificio de viviendas de similar altura.

 

[Img #61293]

 

Imagen actual con el campanario avasallado por el nuevo edificio, cuando lo razonable hubiera sido dejar una altura menor y unos márgenes en su entorno para realzar la torre de la iglesia. A la derecha, arriba, las imágenes del skyline de Santiago de Compostela presidida por su catedral; abajo, el de Altea con su principal iglesia.

 

Desde siempre los campanarios han sido hitos urbanos de nuestras ciudades, y éstas se han ido dotando de normas de planeamiento urbano para garantizar que ese papel perdure. Son elementos altos, que por un lado sirven como referencia al que se mueve por sus calles. Por otro, perfilan e identifican la fisonomía de la ciudad vista desde el exterior de su entramado urbano, formando el llamado skyline (línea en que se recorta el contorno de la ciudad sobre el cielo, o sobre el fondo montañoso).

 

Los tres hitos urbanos principales de nuestra ciudad son: el campanario de la iglesia Santa María, con una altura de 48 m. hasta la base de su bonita veleta (que le añade otros 8 m.); el de San Mauro y San Francisco, con una altura actual de 43 m. (le faltan algunos niveles para esté terminado con arreglo a lo proyectado, concretamente otros 19 m.); y la pila central del puente Fernando Reig, que es la estructura con mayor altura de la ciudad, con 90 metros. Los tres disponen de iluminación ornamental nocturna, lo cual refuerza su papel de hitos. De la misma manera y hasta hace unos años, podíamos situar en una cuarta posición al campanario de San Roque, con su bella perspectiva desde Alzamora y desde l’Alameda. Pero ya no lo es ni va a ser posible, dadas las circunstancias descritas.

 

Un ejemplo de respeto riguroso de estos hitos es el caso de Santiago de Compostela: desde hace muchos siglos se prescribió que todo su entramado urbano no podía rebasar la altura de las naves centrales de su catedral, de forma que su silueta queda bellamente recortada cuando te acercas a la ciudad desde cualquier punto cardinal.

 

Más cerca, nos encontramos la localidad costera de Altea, cuyo núcleo histórico se asienta sobre una colina y en su coronación se halla su principal iglesia, la de Nuestra Señora del Consuelo. La norma urbanística municipal establece el respeto a los valores medioambientales y paisajísticos del entorno, “con especial atención a la preservación de las visuales sobre el casco histórico Tradicional de Altea”.

 

Volviendo a nuestro campanario de San Roque, tiene una altura de 32 m., incluyendo los 6 m. del pináculo metálico de forma piramidal colocado en septiembre de 2017. Este reciente remate, fue muy aplaudido inicialmente, pero supuso el preludio de la posterior construcción del edificio de siete plantas adosado lateralmente a la iglesia.

 

Y no es que Alcoy carezca de una normativa urbanística para poder frenar eventuales propuestas de desaguisados como éste. La iglesia en su conjunto está catalogada como BRL (Bien de Relevancia Local) con un nivel de protección I- PROTECCIÓN GENERAL INTEGRAL (la máxima). Además, la normativa urbanística del PGOU vigente en su artículo 228 “Protección de la imagen urbana” prescribe “El fomento y defensa del conjunto estético de la ciudad corresponde al Ayuntamiento y, por tanto, cualquier clase de actuación que le afecte deberá ajustarse a su criterio. Por consiguiente, el Ayuntamiento podrá denegar o condicionar las licencias de obras, instalaciones o actividades que resulten inconvenientes o antiestéticas”.

 

En su momento, dicha normativa fue aplicada con buen criterio por el Ayuntamiento al desestimar una solicitud presentada por la propia parroquia para modificar integralmente la iglesia. Pero más tarde, no parece que se haya tenido en cuenta a la hora de autorizar la obra del bloque adosado de viviendas, a pesar de que dicho edificio caía de lleno dentro de la superficie delimitada como entorno de protección y afección de la iglesia.

 

Es evidente, que en el caso que nos ocupa se ha priorizado la expectativa de rentabilidad de una inversión privada, frente a la responsabilidad de velar por el paisaje urbano. Y eso que el Centro Histórico está plagado de solares, edificios abandonados, u otros a rehabilitar donde promover viviendas de este tipo; y tampoco faltan en el Ensanche.

 

[Img #61292]

 

En la de la izquierda, tomada desde el barrio de Santa Rosa, conserva su visibilidad como hito urbano al encontrarse el edificio blanco por detrás, la Iglesia de Santa María queda realzada sobre el fondo montañoso.

 

En la otra foto, tomada desde el Ensanche, a un lado destaca el puente Fernando Reig, y al otro el edificio blanco de viviendas por delante del campanario de San Roque, del que sólo sobresale el pináculo.

 

Es importante que cuidemos la estética de nuestra ciudad, como ya se hizo en la época de arquitectura modernista de la que tan orgullosos nos sentimos. Así lo entendió también el alcalde Pepe Sanus, a finales del siglo pasado, que intentó aplicar fielmente el lema “Alcoi de fil de vint” a todas las actuaciones urbanísticas que se llevaron a cabo durante su mandato.

 

Si consumamos otras actuaciones como la del patio del antiguo colegio masculino de San Roque, seguiremos convirtiendo a Alcoy en una ciudad cuya arquitectura denota un glorioso pasado, pero un presente decadente. Por no hablar de su promoción turística, claro.

 

Por si acaso, estemos todos atentos a lo que se pueda estar gestando, para evitar que se pueda tropezar más veces en la misma piedra.

 

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