
La participación en Alcoy ha sido este 28 de mayo dos puntos más alta que en los comicios de 2019. El resultado final de este indicador ha sido menor del que parecían señalar los avances que el Ministerio del Interior ofreció a las 14h y las 18h de la tarde.
Vistas las cifras en su conjunto, sin segmentar mesa a mesa, es muy complicado interpretar si las diferencias en cronología y resultado en la participación se pueden deber a la lluvia, a la movilización de un sector ideológico o simplemente a las ganas de madrugar. ¿Son los votantes del PP más mayores y madrugan más? ¿Son jóvenes los de las formaciones de izquierdas y no salen de casa hasta la tarde? La respuesta a estas preguntas quizás no respondan más que a clichés. O no.
Con la publicación de la cifra de las 14h todo parecía indicar que iba a haber mucha más confluencia a los colegios electorales que en las últimas convocatorias locales. Un 43,76% durante la primera parte de la jornada es un dato muy alto. La lluvia durante la mañana no había sido tan intensa como en los días previos y hacia mediodía llegó a salir el sol. La progresión parecía mantenerse con el avance de las 18h. Un 56,28% aportó casi un 7% más que en 2019 y es entre dos y tres puntos más grande que en las últimas cuatro elecciones. Sin embargo, la participación al cierre de las urnas quedó en un 65,83%, un dato superior únicamente a las elecciones de 1991 y las últimas de 2019.
Demos la vuelta a los dígitos. Un 34,16% de los votantes ha preferido no ejercer su derecho. Está en línea de las cifras habituales, pero se trata de un porcentaje significativo habida cuenta de que el ganador y el segundo posicionado se ha decidido con una cifra inferior de sufragios. Reflexión aparte merecería el hecho de que los votos nulos y en blanco se han duplicado.
¿TIENE REPERCUSIÓN?
Conocidos los datos, ¿cómo ha podido influir en el resultado? Es cierto que casi todos los analistas coinciden en que los cambios entre elecciones como los del domingo en Alcoy se deben más a personas que dejan de ir a votar o que, por el contrario, acuden a su colegio y no fueron en ocasiones anteriores. De hecho, la comunicación electoral se basa fundamentalmente en el temor a la victoria del contrario más que a la ilusión por la victoria propia. Esta estrategia funcionó muy bien con el bipartidismo, si bien actualmente tiene riesgos de fuga de votos hacia terceros partidos.
Si aceptamos la opinión experta de que no hay trasvase generalizado entre izquierda y derecha, la movilización de los propios debe ser la clave. De otra forma es difícil de comprender el regreso de 4.000 votantes al Partido Popular (o 2.000 si consideramos que los electores de Ciudadanos eran del PP) o la pérdida de 5.000 apoyos en la izquierda. Los algo más de 1.200 perdidos de Podem junto a 3.700 del PSOE no están todos en Compromís y Guanyar, que han conseguido añadir apenas 1.400 en conjunto.
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