
Ya hace semanas que la campaña publicitaria de la Fira Modernista de Alcoy está trabajando para que esta edición vuelva a ser un éxito de participación y visitantes. Este acontecimiento, a medio camino entre la fiesta y la promoción turística y económica, sirve a su vez para valorar el esfuerzo de quienes a finales del siglo XIX y principios del XX supieron ver más allá y se esforzaron porque Alcoy se subiera a la modernidad.
Es por ello por lo que cada edición de la celebración modernista alcoyana se dedica a un personaje de la época. En esta ocasión, a quien vemos reflejada en los carteles en una médica, como bien podemos deducir del símbolo que luce en la mano. Se trata de Virginia Soler Alberola, una mujer que abrió muchos caminos cuando ni tan siquiera estaban trazados.
Virginia Soler Alberola, la ‘metxa’ como la conocían muchos por desconocimiento de que el femenino valenciano era metgessa, nació el 4 de marzo de 1883. Su padre, Francisco Soler, era carpinterio y su madre, Consuelo Alberola, trabajaba en casa. Vivían en lo que ahora es la calle La Sardina, en el número 5.
Pronto tenemos noticias de su capacidad intelectual. Terminó los estudios de Escuela Primaria con las mejores notas de su promoción, así que el Ayuntamiento de Alcoy la becó con 200 pesetas anuales (1,20 euros) para que estudiara el bachillerato y después ‘Profesora Normal’, es decir, Magisterio. La condición, que sacara un “notable aprovechado” en cada asignatura. Se graduó en bachillerato con sobresaliente. A la vez estudió Francés y Alemán. Su sueño era la medicina y no la docencia, así que tuvo que solicitar un cambio en su ayuda. En principio le negaron la modificación, pero un cambio en la carrera de Magisterio se facilitó las cosas.
Para entrar en Medicina faltaba un trámite: la ley exigía el permiso del padre o esposo para que el ministro de Instrucción Pública concediese el acceso de una mujer a estos estudios. Tanto su padre como ella misma escribieron al conde de Romanones, que era el ministro, quien finalmente admitió su inscripción. La condición, que “los respectivos Catedráticos respondan del orden en sus Cátedras”. Estudió en la Facultad de Medicina de Barcelona. Comenzó con 18 años, era la única chica en clase y todo su expediente académico está copado por los sobresalientes, menciones, matrículas de honor. De hecho el diario La Educación habló de Virginia Soler y dijo “esta señorita es de un talento verdaderamente excepcional”.
Terminó la carrera en junio de 1908 y lo tuvo claro: volvía a Alcoy. En diciembre de 1909 recogió el título de manos del alcalde y pese a sus contactos y reconocimiento en Barcelona, enseguida abrió consulta de Medicina General y Tocología. Junto a ella, su única hermana, Consuelo, que era comadrona. Primero atendía en la calle Sant Josep número 20 y más tarde se trasladó a Sant Blai número 23. Además, fue profesora de las Damas Enfermeras de la Cruz Roja.
Todavía hay personas que la recuerdan. Dicen que aunque de trato profesional serio era afable. Sus pacientes reconocían su valía y entrega casi absoluta a su profesión. Soltera y sin hijos, residió sus últimos años en el Sanatorio San Jorge. Algunos de sus colegas médicos le propusieron esta solución para que no estuviera sola y, a la vez, pudiese pasar allí mismo. De esta manera, Virginia Soler Alberola ejerció la medicina hasta el último momento. Falleció el 3 de marzo de 1965 a un día de cumplir los 82 años. La necrológica en prensa decía “amada por todas las clases sociales de Alcoy, por su continuo contacto con ellas”.
Con información de Àngel Beneito, Eduardo Segura y CRAI Universitat de Barcelona
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