Al finalizar un tratamiento de ortodoncia es indispensable que los pacientes cuiden del trabajo realizado con la ayuda de retenedores dentales. Estos aparatos juegan un papel crucial ya que previenen que las piezas dentales vuelvan a su posición original con el paso del tiempo.

Los retenedores dentales tienen como función principal conservar la correcta posición de los dientes después de un tratamiento con brackets o alineadores invisibles. Según una investigación del departamento de Odontología Interdisciplinar de la Universidad Médica de Pomerania, Polonia, la estabilidad de la posición de los dientes tras finalizar una ortodoncia depende de múltiples factores, desde hábitos personales hasta una correcta adhesión. Por lo tanto, ningún retenedor puede garantizar una perfecta estabilidad de la alineación dentaria.

No obstante, los expertos aseguran que el uso de estas piezas es obligatorio si se desean conservar por más tiempo los resultados de la ortodoncia. Es por lo que la mayoría de los dentistas recomiendan usarlo durante el primer año después del tratamiento. Luego de ese lapso se aconseja seguirlos utilizando, pero con menos frecuencia.

En la actualidad los odontólogos disponen de dos tipos de retenedores, los removibles y los fijos. Los retenedores removibles son un pequeño aparato que se adapta a la perfección a la dentadura de los pacientes y gracias a su fora única permite que los dientes se mantengan en su lugar. Suele ser la opción más clásica para cuidar de la ortodoncia, y que es muy fácil de ponerse o quitarse dependiendo de las necesidades.

En Clínica Barrachina explican que a diferencia de los removibles que pueden quitarse y ponerse a conveniencia de los pacientes, los retenedores fijos son inamovibles y están adheridos a los dientes a través de brackets y adhesivos. Se trata de un retenedor metálico hecho a la medida, imperceptible al momento de hablar o reíir y con el que se puede comer sin ningún problema.