
No era el concierto de Taylor Swift, pero casi, si guardamos las proporciones. Cuando faltaban 20 minutos para la hora anunciada la cola llegaba desde la puerta interior del Àgora hasta casi la esquina contraria de la plaza Ramón y Cajal, el lugar que en tiempos ocupó el kiosko de flores. Una mirada alrededor nos ha servido para comprobar que no estábamos en aquel ‘en tiempos’. La estética de la nueva masculinidad que poco a poco han ido normalizando diseñadores como Alejandro Gómez Palomo ha salpicado de imaginación en el vestir la espera. Pero también señoras que disfrutan cosiendo y jóvenes que se interesan por un vestir que es algo más que cubrirse.
Cuando ha llegado Palomo, el respeto hacia el profesional ha vencido a la intención de foto con el personaje. A su paso, un murmullo, muchas sonrisas y algún tímido ¡hola! correspondido, quizás con cierto rubor. A las 18h, puertas abiertas y espacio completo.
El formato de esta ponencia o master class poco ha tenido que ver con el de la conferencia habitual. Con Palomo ha venido a Alcoy Betto García, amigo de Alejandro y diseñador de sombreros que ha llegado a participar en encargos para la boda de los duques de Cambridge o de las carreras de Ascot. Y es que se conocen de su común etapa de formación en Londres.
Betto García ha hecho las veces de entrevistador, aunque con la complicidad de compartir sueños y proyectos. Le ha preguntado de todo: de los comienzos, de los primeros desfiles con su tía preparando bocatas y su padre montando la pasarela, de la idea de que la ropa de hombre tiene que ser divertida, de la proyección que le ha dado la tele, de cómo llegar a Harry Styles y también tener opciones para gente joven que empieza, de cómo se enfrentó a los primeros grandes pedidos, de las cosas a mejorar en la moda española, de formación…
De una forma muy humilde, Palomo ha ido desgranando su idea de moda. En cuanto a su idea de negocio, ha defendido la fabricación cercana, la confianza por las personas que acumulan experiencias y la idea de que la ropa debe abandonar su actual concepto de low cost de alto consumo para pasar a lo de siempre, al cariño por la prenda con valor, muchas veces hasta emocional.
En el turno de preguntas ha aconsejado a los jóvenes y no tan jóvenes diseñadores que tengan curiosidad, que viajen, que se fijen en detalles. También ha lamentado que cuando se habla de moda se piense siempre en el diseño y olvidemos los oficios. Quienes bordan, quienes cosen, quienes hacen marroquinería o accesorios diversos son también esenciales, según Palomo, para cualquier firma. Por eso ha expresado su seguridad de que la moda en nuestra zona tiene una base que puede ser fundamental. “Vosotros tenéis a los artesanos de las fiestas de moros y cristianos, a los que trabajan la pluma, los bordados, el metal, la piel… quizás esa sea vuestra diferencia y sobre la que podéis crecer hacia otros ámbitos, tirad de los artesanos, yo lo hago con los que tengo alrededor de mi taller en Posadas, como los que fabrican mantones de manila”.
Consejos construidos sobre la base del trabajo de cada día en el taller propio, cerca de su gente, de su casa y con proyección mundial. Por cierto, si alguien lee esto, a Palomo le encanta su trabajo ahora, pero tiene un sueño, ser el director creativo en la reapertura, algún día, de la Casa Christian Lacroix.
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