
Desde hace más de medio siglo, la Asociación de Personas Sordas de Alcoy y Comarca se ha dedicado a transformar vidas y construir un futuro inclusivo para las personas sordas. Con una pasión firme, la asociación ha trabajado de forma incansable para promover la igualdad de derechos, la inclusión social y la creación de oportunidades educativas y laborales. En este largo camino, Isabel Escriche y Juan Joaquín Sanjuan, con 38 años de compromiso, han sido testigos y protagonistas de los logros alcanzados y de los desafíos que aún quedan por enfrentar. Hoy, la asociación sigue adelante, impulsada por el sueño de un mundo donde todos, sin excepción, puedan alcanzar su máximo potencial y vivir sin barreras.
Con motivo de la celebración del día nacional de las lenguas de signos españolas, se han reunido en el Paseo de Cervantes, en un pequeño y modesto puesto, varios miembros de la ONG para dar visibilidad a su causa. Isabel Escriche y Juan Joaquín Sanjuan, dos miembros veteranos, han atendido a Pagina66 y han intentado transmitir su mensaje y voluntad con una sonrisa en la cara tan grande como su agradecimiento. Gracias a su hijo, David Sanjuan, que ha hecho de mediador, se han podido expresar con soltura. Escriche ha sido clara con su mensaje. “Nuestro objetivo es derrumbar barreras, para que la comunicación en la lengua de signos pueda ser un puente de comunicación entre personas oyentes y personas sordas”.
“Necesitamos avanzar como sociedad y poder entendernos todos”. Escriche, dando voz a todo un colectivo, está convencida de que el mayor problema al que se enfrentan es la barrera comunicacional entre personas oyentes y sordas. Una de las soluciones que sugiere es aprender la lengua de signos desde el colegio. “Se debería aprender, por lo menos, lo básico”.
Además pone énfasis en la dificultad de las personas no oyentes a la hora de encontrar trabajo. “Actualmente existe discriminación hacia las personas sordas en la búsqueda de empleo. Las empresas prefieren una persona sorda con implante y que pueda escuchar a una que hable en legua de signos”, asegura Escriche. También comenta las situaciones que se encuentran las personas que sí disponen de empleo. “Aunque no sepan lengua de signos, nos comunicamos bien mediante mímica”.
El mundo digital e internet, también ha supuesto una serie de dificultades para las personas no oyentes en su búsqueda de trabajo y se ha agrandado la barrera de la información. “Antes nos presentábamos a la entrevista y nos desenvolvíamos en el cara a cara. Ahora con el mundo digital todo es más complicado, ya que en cuanto ven que eres una persona sorda y con discapacidad suelen rechazar tu solicitud”, explica Escriche.
Bien es sabido que la mayor parte de la población no sabe interpretar la lengua de signos, y esto, según Escriche, es uno de los grandes factores que dificultan la integración de las personas que no pueden oír. Además, cuenta que uno de los mayores problemas a los que se enfrentan es a la hora de acudir al médico. La imposibilidad de no poder explicar al doctor lo que les sucede, hace que sea imprescindible ir siempre acompañado de un intérprete que ‘traduzca’ la lengua de signos. “No queremos depender de que un familiar nos acompañe al médico, queremos hacer las cosas por nosotros mismos”, asegura.
En cuanto a la labor de la asociación, es amplia y variada. Realizan actividades entre las personas sordas, dan información a interesados, si una persona sorda no tiene recursos la ayudan a solicitarlos, etc. Según explica Escriche, una de las actividades más importantes que realizan son charlas de la asociación donde se puedan expresar y compartir experiencias. “Las personas sordas estamos en ocasiones separadas y aisladas del mundo, nos debemos juntar para reivindicar nuestros propios derechos”, declara.
Por su parte, Juan Joaquín Sanjuan, destaca la importancia de la lengua de signos. Advierte que ha estado censurada mucho tiempo, y que lo que más desean es que no desaparezca. “Nosotros queremos adaptarnos al mundo y comunicarnos con nuestra lengua que es visual y gestual, pero necesitamos que el mundo se adapte a nosotros y la aprenda”, asegura.
El compromiso de Isabel y Juan Joaquín es un eco de esperanza que resuena en cada gesto, en cada signo, en cada mirada. Porque, al final del día, no se trata solo de palabras, sino de la melodía de la igualdad que ellos han dedicado su vida a componer. “No queremos que nos miren con compasión, queremos tener una vida normal”, concluyen.
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