
A lo largo de los últimos años, el uso de caucho reciclado proveniente de neumáticos en la fabricación de superficies para parques infantiles y en el relleno de césped artificial se ha difundido como parte de una estrategia de la denominada economía circular, la que busca dar una segunda vida a materiales que, de otro modo, terminarían en vertederos. Su implantación ha sido rápida, en apenas 20 años hemos dejado de ver tierra en los parques.
La razón esgrimida, que he llegado a formar parte de la legislación, es que así se amortiguan las caídas, y al tratarse de un material reciclado no ha sido motivo de debate, ya que la reutilización de materiales tiene el marchamo de sano para las personas por asimilación de los beneficios indiscutibles para el medio ambiente. Además, los productores y transformadores de estos productos conforman un potente grupo de presión potente que trata de influir en las decisiones de las distintas administraciones.
Ha sido una liberación para muchos papás y mamás. Sin tierra natural en los parques no hay polvo en la ropa, ni barro entre los deditos infantiles. Asepsia industrial y caídas blanditas. Sin embargo, investigaciones recientes han advertido que estos materiales pueden contener compuestos tóxicos y microplásticos que, liberados con el tiempo, podrían representar riesgos para la salud, especialmente en el caso de la población infantil.
El uso de caucho reciclado en los suelos de parques infantiles y en el relleno de césped artificial representa una solución innovadora y sostenible que ha permitido dar respuesta a la gestión de neumáticos fuera de uso. La normativa los promociona, pero la presencia de compuestos potencialmente tóxicos y microplásticos, detectada en estudios recientes, ha generado preocupación en el ámbito científico y sanitario.
Qué dice la normativa
La regulación de estos materiales se rige por una serie de normativas europeas y nacionales destinadas a garantizar la seguridad de las superficies recreativas. Las normas UNE-EN 1176 y UNE-EN 1177, por ejemplo, establecen los criterios técnicos para el diseño, instalación y mantenimiento de los equipamientos y superficies de los parques infantiles, definiendo parámetros como la altura de caída crítica (HIC) y la absorción de impactos. Actualmente su utilización es obligatoria.
Pero hay una norma nueva: el Reglamento UE 2023/2055 de septiembre de 2023, introduce medidas para prohibir el uso de microplásticos en aplicaciones específicas. El caucho que rellena ahora las moquetas de césped artificial para dar consistencia no podrán utilizarse a partir de 2031. Esta normativa se centra principalmente en los rellenos de césped artificial, donde el caucho se encuentra en forma de gránulos sueltos y no en los parques infantiles, porque por ahora la administración entiende que no hay dispersión de partículas, si bien de todos es conocido que se sueltan poco a poco con el roce.
Qué dice la ciencia: estudios de CSIC y AIJU
En un estudio llevado a cabo por el CSIC, titulado “Caucho reciclado y superficies recreativas: la química de los microplásticos vulcanizados utilizados en parques infantiles”, se han identificado diversas sustancias químicas que pueden actuar como disruptores endocrinos y que, a la larga, podrían afectar el desarrollo hormonal de los niños. Según la directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC, Ethel Eljarrat), “aunque la exposición a estos compuestos, en dosis aisladas, puede no ser significativa, el efecto acumulativo de la exposición constante –sumado a la presencia de estos mismos tóxicos en otros ámbitos, como el aire y los alimentos– puede llegar a ser perjudicial”.
El estudio del CSIC que firman Teresa Moreno, Aleix Balash, Rafael Bartrolí y la propia Ethel Eljarrat, ha analizado muestras de caucho reciclado y detectado la presencia de hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), metales pesados y otros compuestos orgánicos volátiles y semi-volátiles. Estos contaminantes, que provienen de la materia prima original –el neumático– y que no se eliminan completamente durante el proceso de reciclaje, se liberan paulatinamente a medida que el material se degrada por la acción del sol, la lluvia y la fricción generada por el uso diario.
Por otro lado, la investigación desarrollada por el Instituto Tecnológico del Juguete (AIJU), anunciada en su estudio “Riesgos de uso de materiales reciclados”, refuerza la inquietud respecto a la posible migración de estos compuestos tóxicos. AIJU destaca que, aunque los suelos de caucho cumplen con la normativa actual, se debe prestar especial atención a la calidad y origen del caucho utilizado, ya que “no todos los materiales reciclados son iguales” y algunos pueden presentar concentraciones superiores de compuestos no deseados.
La decisión de l’Agència de la Salut Pública de Catalunya
En el contexto de las preocupaciones por la presencia de sustancias tóxicas en los suelos de caucho, la Agència de la Salut de Catalunya adoptó recientemente una decisión que ha generado debate en el sector. La entidad sanitaria ha instado a una revisión más rigurosa de los materiales utilizados en espacios infantiles, recomendando la realización de estudios complementarios que permitan determinar si la exposición prolongada a los compuestos presentes en el caucho reciclado podría tener efectos nocivos en la salud.
Esta medida se enmarca en la tendencia de aumentar la vigilancia y los controles en productos de uso infantil y que es necesario actuar preventivamente ante la evidencia de riesgos potenciales. La Agència de la Salut Pública de Catalunya ha sugerido que, en aquellos casos en los que se detecten niveles preocupantes de sustancias tóxicas, se debería optar por alternativas que presenten menor riesgo, como el uso de materiales de origen natural o aquellos sometidos a procesos de tratamiento que eliminen los compuestos perjudiciales.
Su indicación está centrada en los campos de césped artificial y se basa en estudios de salud realizados en Europa, Canadá, o Estados Unidos. También las autoridades sudcoreanas se están planteando la viabilidad de este material.
Riesgos potenciales para la salud
El principal riesgo asociado al uso de caucho reciclado en áreas de juego se relaciona con la exposición crónica a pequeñas dosis de compuestos tóxicos. Aunque el contacto ocasional con estos materiales puede no ser perjudicial, la exposición continua –a través del juego–, el contacto con la piel y la inhalación de micropartículas– podría acumularse a lo largo del tiempo.
Estudios han señalado que sustancias como los HAP, ciertos ftalatos y otros aditivos utilizados en el proceso de vulcanización pueden actuar como disruptores endocrinos, alterando el equilibrio hormonal en el organismo y, en casos extremos, incrementando el riesgo de desarrollar cáncer, trastornos reproductivos y problemas en el desarrollo neurológico. Además, la degradación del caucho con el tiempo puede liberar microplásticos que, por su reducido tamaño, son capaces de penetrar en las vías respiratorias e incluso en la barrera hematoencefálica, lo que supone otro vector de exposición potencialmente dañino.
Aunque las investigaciones actuales no han logrado establecer una relación directa y concluyente entre la exposición a estos compuestos y efectos adversos en la salud infantil, la incertidumbre existente y el carácter acumulativo de la exposición han llevado a las autoridades sanitarias y a algunos expertos a pedir una revisión de los protocolos de seguridad.
La postura de la industria
Desde la perspectiva de la industria, el uso de caucho reciclado se presenta como una solución sostenible que permite reducir la cantidad de neumáticos que terminan en vertederos, a la vez que ofrece propiedades técnicas muy valoradas en la amortiguación de impactos y en la durabilidad de las superficies. Asociaciones como Afamour, que agrupa a fabricantes, instaladores, distribuidores y certificadores de mobiliario urbano y parques infantiles, defienden que los suelos de caucho instalados cumplen estrictamente con la normativa europea REACH, así como con las normas UNE-EN 1176 y 1177.
La cuestión no está en su legalidad, si no en su posible toxicidad. Nadie pone en duda las ventajas que tiene la reutilización de neumáticos, el conflicto surge en el destino que se le da a ese producto reciclado y sus consecuencias para la salud de las personas.
Qué se puede hacer
El reto que enfrentan tanto las autoridades como la industria es encontrar el equilibrio adecuado entre promover el reciclaje y la economía circular y garantizar la máxima seguridad de los productos destinados a la infancia. Las investigaciones en curso, tanto las del CSIC como las de AIJU, pretenden aportar datos más concluyentes que permitan ajustar las normativas y establecer protocolos de fabricación que minimicen la presencia y liberación de sustancias tóxicas.
En respuesta a una pregunta escrita en el Congreso de los Diputados sobre el estudio de CSIC, el Gobierno central contestó el pasado mes de junio que se debe aplicar "el principio de precaución recomienda que dichos parques infantiles sean estudiados para detectar evidencias de desgaste y deterioro que puedan exponer directamente a los diferentes usuarios". A le vez, reconoce la respuesta que "ningún gobierno europeo está legalmente obligado a tomar medidas para sustituirlo" y que por el momento "no hay pruebas científicas publicadas de que los niños que juegan sobre superficies de caucho sintético reciclado sufran efectos negativos para la salud", lo que no significa no en el futuro no se pueda comprobar, y de ahí el consejo de aplicar el principio de precaución y de vigilar el desagaste de este material.
Por un lado, se impulsa la necesidad de mejorar los procesos de reciclaje y desvulcanización, de forma que se pueda recuperar un caucho de mayor pureza y con menor carga de aditivos no deseados. Por otro, se plantean alternativas tecnológicas que permitan encapsular el caucho de manera que su degradación sea aún más lenta o que los compuestos tóxicos queden completamente inmovilizados. Además, está el tema legal de la protección contra las caídas que debe cumplirse.
En Alcoy la advertencia la ha realizado el grupo municipal de Guanyar Alcoi. Su concejala, Mari Carmen Paredes, ha expresado en el Pleno Municipal de abril su preocupación al asegurar que los compuestos de caucho reciclado podrían ser la causa de “enfermedades como el cáncer, diabetes, obesidad, infertilidad o asma”. Por eso ha pedido que el Ayuntamiento tome medidas al respecto para “garantizar entornos seguros”. Aboga la concejala por volver a la tierra “que además ayudaría a reducir la temperatura en los meses de verano” y reclama la retirada progresiva en la ciudad de este material, empezando por los que están en peor estado.
El portavoz socialista y concejal de Obras y Servicios, Jordi Martínez ha contestado que “los materiales que utilizamos de absorción de impactos en los espacios de juego infantil son materiales homologados que cumplen la normativa UNE-EN 1177 de 2018”. Ha defendido el concejal de Obras que los materiales que están en los parques de Alcoy “son arena lavada, pavimento de absorción, losetas de caucho y césped artificial”, en función del juego y la posible altura de caída.
Jordi Martínez ha afirmado que son materiales incluidos en la normativa vigente con sus certificados en regla y ha explicado que una decisión como la que ha pedido Guanyar debería estar apoyada por la decisión legal de las autoridades estatales que deciden sobre la materia. El portavoz del PSPV-PSOE en el Ayuntamiento de Alcoy ha justificado que su gobierno no puede retirar ese pavimento por una cuestión de responsabilidad civil, ya que la norma actual demanda ese tipo de amortiguación en los parques infantiles y de tomar una decisión se podrían tener que asumir responsabilidades en caso de un accidente.
En definitiva, el debate sobre el caucho reciclado en superficies recreativas es un claro ejemplo de cómo la innovación sostenible debe ir acompañada de una rigurosa evaluación de riesgos. La colaboración entre científicos, reguladores e industriales será crucial para desarrollar soluciones que no solo promuevan la economía circular, sino que también garanticen entornos seguros y saludables para nuestros niños. Como siempre, normativa, investigación y salud tropiezan con sus tiempos de decisión distintos.
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