La cita quincenal de los martes ha coincidido en esta ocasión con una jornada repleta de noticias sobre Gaza, algunas en la línea de forzar un final al horror. Conocimos el anuncio de la suspensión del acuerdo económico que la Unión Europea tiene firmado con Israel; los nuevos posicionamientos de países que hasta ahora no habían pedido el cese de la barbarie; el informe de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU con la descripción detallada de lo que pasa allí; la decisión de RTVE de no participar en Eurovisión si lo hace Israel; o la calificación de “crisis humanitaria insoportable” realizada por el jefe del Estado español, Felipe VI, de viaje oficial a pocos kilómetros de Palestina.

Sin embargo, también ha sido un día de noticias desalentadoras, como el incremento diario de muertos; la sospecha de que muchos de los fallecidos no están contados por no haber llegado a tiempo a los hospitales; el aplazamiento de la decisión española sobre el embargo de armas a Israel; o, lo más grave, la entrada de los tanques israelíes en la capital de la franja con la orden de destrucción total.

Como siempre, ha sido una manifestación pacífica y humanitaria. Alcoy ha vuelto a pedir así el final de esta sinrazón, apoyada en la excusa de un condenado ataque terrorista contra grupos de ciudadanos israelíes en octubre de 2023.

Las personas concentradas en la plaza, cada vez más numerosas, han pedido paz para un territorio castigado desde hace décadas por terribles y temibles geoestrategias globales. Han propuesto en voz alta algunas soluciones que cierren la posibilidad de más muertes; han señalado a quienes no muestran dolor por quienes padecen; han gritado aun a sabiendas de que su voz no va a llegar al corazón de quienes de verdad pueden hacer algo.

Se conforman con remover algunas conciencias entre sus vecinos, entre quienes, en su complicado día a día, cruzan la plaza mientras ellos levantan la bandera de la solidaridad. En dos semanas, nueva convocatoria.