Cada víctima del terrorismo merece respeto, memoria y justicia. Sin embargo, en España, la memoria se ha convertido en un campo de batalla ideológico. El homenaje que se quiere rendir desde el Ayuntamiento de Alcoy a Ernest Lluch, asesinado por ETA en el año 2000, tal y como se acordó en el pasado pleno del 7 de noviembre con el apoyo del PSOE, Compromís y Guanyar, es un ejemplo claro de cómo la izquierda utiliza el dolor ajeno para construir un relato político a su medida, olvidando a muchas otras víctimas que no encajan en su discurso.

Ernest Lluch fue, sin duda, una víctima inocente y un hombre de ideas. Pero también lo fueron Gregorio Ordóñez, Miguel Ángel Blanco, Fernando Buesa o tantos guardias civiles, policías y ciudadanos anónimos que murieron por defender la libertad y la unidad de España. ¿Por qué algunos merecen grandes homenajes institucionales y otros apenas una mención o simplemente, son olvidados? La respuesta es sencilla: porque el PSOE y sus aliados han convertido la memoria en un instrumento de poder.

Desde VOX lo decimos con claridad: el PSOE no está habilitado para rendir homenaje a las víctimas de ETA mientras gobierna con los herederos políticos de los verdugos. Es un insulto a su memoria y una ofensa a sus familias. Pedro Sánchez se sienta en la Moncloa gracias a Bildu, partido que jamás ha condenado el terrorismo de forma rotunda y que incluso incluye en sus listas a exmiembros de la banda terrorista. Esa es la gran hipocresía del PSOE: llorar en público por Ernest Lluch mientras pacta en privado con quienes justifican su asesinato.

Los homenajes, cuando se hacen desde el sectarismo, pierden todo su valor moral. Convertir el recuerdo de Lluch en un acto partidista no es un gesto de reconciliación, sino de manipulación. La memoria no puede ser patrimonio de la izquierda. Las víctimas no tienen color político. Honrarlas exige coherencia, y esa coherencia hoy brilla por su ausencia en quienes dicen representarlas mientras traicionan su legado.

Desde VOX, seguiremos defendiendo la memoria integral y sin filtros de todas las víctimas del terrorismo. Porque recordar a unos y silenciar a otros no es justicia: es propaganda.