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Démosle la vuelta a la tortilla

Redacción - Lunes, 16 de Julio de 2012
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Víctor Ferrer, presidente de JOVEMPA. [caption id="attachment_56020" align="alignleft" width="300"] Víctor Ferrer[/caption] Bien, entre otras medidas ya hemos subido el tipo impositivo de IVA al 21%. Suponemos que estos tres puntos lograrán recaudar una nada despreciable cantidad de dinero, que ayude a cubrir los más de 60.000 millones de euros que nos dejan, perdón, les dejan a los bancos para financiarnos, perdón de nuevo, para financiarse. ¿Será para los intereses de la deuda? Seguro que no son para reactivar la economía. Podría darse el caso que una subida de 3 puntos del IVA viniese acompañada de un descenso de 3 puntos en el consumo, con lo cual, sobre el papel recaudador, vamos a quedarnos igual. Bueno, no exactamente. Pequeños comerciantes, autónomos y pymes no van a tener más remedio que absorber gran parte de esta subida, tratando de evitar el temido descenso de ventas o, en otro caso, la depreciación de los precios y la reducción de beneficios*, que ya de por sí está trayendo este 2012. (*Beneficios: dícese de la ganancia económica en el desempeño de una actividad, que puede servir para fines de reservas, inversión o lucrativos. Conviene explicarlo, ya que hay muchas empresas que ya no recuerdan lo que son.) Estos 3 puntos "de nada" pueden costar unos 400€ por familia anuales, que vienen a sumarse a la subida de combustibles y otros bienes de consumo. ¿Pudiera incentivar esta cantidad a la tan temida economía sumergida, también conocida como dinero B o dinero negro? Sin factura, por favor... Las medidas son comprensibles: nos dejan 60.000 millones y debemos ahorrar 65.000 millones, para poderlos devolver... ¡Ah no! Que se los habían dejado a los bancos, perdonen que me estoy haciendo un lío, la macroeconomía no es mi fuerte. Sin embargo, la microeconomía es muy simple: o gastas menos, o ingresas más. Básicamente y por desgracia, las empresas en la actualidad nos vemos obligadas a gastar menos, con el trastorno que ello conlleva. Menor inversión, mayor paro y, como resultado, una espiral de recesión que no parece tener fin. Démosle la vuelta a la tortilla. A quién corresponda, que somos todos, haga un esfuerzo, apague el teléfono, el ordenador o lo que sea y utilice todo su intelecto en encontrar fórmulas que incentiven el gasto y la actividad. De esta manera, mayor inversión, más empleo y muchísima más recaudación impositiva, con lo cual estos 65.000 millones los sacamos en un rato. ¡Démosle la vuelta a la tortilla! El único problema es que la tortilla parece estar un poco chamuscada.  
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