Votar a...
Artículo de opinión de Rafael J. Valls Buitrago.
Cuando tenía 21 años, deposité mi voto por primera vez en una urna. Iba acompañado de mi padre, quien me decía que ese momento era histórico, pues el votar suponía opinar para construir entre todos una Nación, una idea, una tendencia.
Yo me sentía orgulloso de poder participar con mi voto en lo que entendía podría ser positivo para mi país. Siempre he considerado que aunque sea solo un voto, la fuerza de esa papeleta me hace sentir bien cuando la veo caer en la urna.
Es mi fuerza, mi ilusión, mi criterio, mi granito de arena que hace que poco a poco la composición de las distintas fuerzas políticas se vaya engendrando. Y después he seguido el resultado de las elecciones hasta que se han hecho oficiales todos los resultados. Y a veces mi voto ha triunfado y otras no, pero eso forma parte del juego, pues para eso votamos por ser una España democrática.
Ya he votado muchas veces y he vivido otras tantas lo que antes relato, pero en estas elecciones próximas europeas, también por primera vez, se me ha esfumado la ilusión de votar. No quiero votar a los míos, porque me han engañado, no quiero votar a los otros porque no son los míos, no quiero votar a otros partidos porque no me entusiasman sus ideas y ello sin olvidar los incansables asuntos sucios de unos y de otros, sus sobresueldos, sus eres, sus turbios tejemanejes en las subvenciones de los cursos de formación, sus nacionalismos por encima de la ley, sus impunes y constantes impagados con la seguridad social, las abrumadoras deudas de las autonomías, las mociones de censura que no se van a ganar.
En fin, demasiadas cosas como para que confiemos en alguien que después al cabo de poco tiempo sea un imputado, o el cuñado de un imputado o el cónyuge de un imputado, o que se yo. Los medios de información no paran de destapar cajas de pandora y los políticos como si nada. Y nosotros ponemos la televisión y observamos boquiabiertos como se llaman mentirosos los unos a los otros, y el tú más y al final te quedas pensativo, y con cara de circunstancia cambias de canal para ver deporte o películas.
Y en el bar o la cafetería oyes los comentarios de que el pastel se lo reparten unos y otros que al final son los mismos y cuando te paras a pensar a quien vas a votar, no sabes que hacer pues dicen que si no votas favoreces a la derecha, y si votas en blanco o nulo, favoreces a otros y piensas y piensas que debes hacer. Esto es lo que está pasando y a esto hemos llegado.
Habrá que poner orden en todo este desorden para que votar se convierta nuevamente en una ilusión, porque sin ilusión uno se pregunta: VOTAR…….¿para qué? Y esto no es bueno para nadie y muchísimo menos para los más jóvenes.



















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de Página66.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.136