Literatura basura
Artículo de opinión de Salva Pérez.
La primera acepción que da la Real Academia de la Lengua a la palabra escritor es: “Persona que escribe.” Si continuamos leyendo. La segunda acepción dice: “Autor de obras escritas o impresas.” Mi obra no está impresa pero si está escrita. Por ende, soy escritor; escribo y tengo una obra escrita.
Obra que, como todo escritor, deseo verla impresa. Por ello, al igual que un pirata, mapa y brújula en mano, navega por los mares en busca del tesoro, me puse a navegar por el mar digital de internet en busca de editor o agente literario. En la búsqueda tope con la página de un editor que hablaba de la gran cantidad de manuscritos que reciben la editoriales–hasta aquí totalmente de acuerdo–. Cuando leí las siguientes palabras no daba crédito: “algunos son auténtica basura.” ¿Cómo se puede calificar de basura el trabajo de semanas o meses e incluso de años? No son basura, simplemente no son comerciales. Estoy de acuerdo que la crisis también ha llegado al mundo editorial pero eso no da derecho a calificar manuscritos que no son comerciales, como “auténtica basura.”
Con el tiempo quizás este editor, como otros, se lamenten de haber rechazado manuscritos, al igual que se lamentaron las más de veinte editoriales que rechazaron a la autora de Harry Potter. También, quizás, algún día se den cuenta que no está todo en las ventas–y con esto no digo que todos los editores busquen vender como sea– sino, en la calidad de la escritura. Personajes que salen en los programas del corazón, venden libros; los tertulianos, venden libros e incluso sacan escaños en las europeas; personajes de reality shows, venden libros. La gente los compra por que lo ha escrito fulanito o menganita. ¿Con estos libros pretendemos hacer crecer a nuestros hijos?¿Esta es la literatura del futuro?
Hoy se estudia a Kafka, García Marquez, Tolstoi, Lope de Vega, y un largo etcétera de autores de auténtica literatura. ¿A quién se estudiará en unos años? ¿ A estos personajes del corazón? Los editores tienen el deber y por ende, la obligación de hacer perdurar la literatura y no desmoronar los cimientos que con tanto esfuerzo se crearon siglos atrás.
Si Cervantes escribiera hoy el Quijote, el hidalgo caballero no lucharía contra gigantes. Se enzarzaría en fiera y desigual batalla contra editores que quieren a toda costa vender libros gritando: “Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete. Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.”
“Escribir hace grande al escritor no por el número de libros que venda, sino por el número de lectores que se identifican con su obra.”
Mi obra no está impresa y si algún día lo está, no sé si se venderá. Pero la veintena de lectores que la han leído se han identificado con ella. Por ende, no es “auténtica basura.”


















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