Cada objete crea en su propietario una extraordinaria relación entre su utilidad y nuestro recuerdo. Llenan ratos de la vida y a la vez se instalan en nuestro espacio reservado en la memoria a los recuerdos.
Entre esas cosas de siempre que nos ayudan a recordas, los juguetes. Todos tenemos nuestro juguete importante. Aquel con el que ensayamos cómo ser y con el que soñamos cómo construir el futuro. La muñeca Gwendolin, el tren mecánico de Payá, el Pegaso de Rico, las Barriguitas de Famosa, el Cinexin… son algunas de estas piezas que para alguna generación llenaron tardes de riqueza intelectual.
En plena adolescencia, justo en esa frontera entre la etapa de los sueños y la de las duras realidades, Jorge Muñoz Rabadán pensó que conservar aquellos juguetes entrañables ayudaría a atrapar instantes irrepetibles. Así comenzó, casi sin darse cuenta, su colección. Centenares de juguetes, todos en funcionamiento, como en su primer día tras abrir la caja, cuentan miles de historias en un lugar al que con discreción absoluta denomina ‘La Guarida de Jorge’. Allí los somete a mil cuidados, los repara y los sitúa de manera que sea un museo con intención de contar historias, a cada cual la suya.
Después llegaron el resto de antigüedades con las que ha reconstruido una vivienda, un espacio mágico que nos llega desde el pasado. Electrodomésticos de los 50, revistas, elementos de la vida cotidiana que muchos pensábamos encontrar solamente en la memoria, pero que están, existen todavía en esta Guarida de Jorge. Un edificio de principios del siglo XX con un pequeño tesoro. No son antigüedades ni obras de arte, simplemente son cosas viejas, simplemente son sentimientos esperando evocar.
En un par de ocasiones hemos podido disfrutar en vivo con estas piezas de coleccionista. Una, hace un par de inviernos en el Centro Comercial Alzamora. La segunda, esta pasada Navidad, en la despedida del local que albergó la Farmacia Amorós. Con este vídeo podemos disfrutar más, podemos ver más juguetes únicos que sin duda evocarán en todos recuerdos y sentimientos del niño que jamás debimos dejar de ser.
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