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Cinco años del coronavirus: así pudimos contar en Pagina66 los primeros dos años del covid

Comenzamos a escribir noticias que creíamos imposibles y, sin los anunciantes que estuvieron pese al momento, hoy no estarías leyendo esto

Redacción - Dimecres, 12 de Març del 2025
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Habíamos escuchado hablar del nuevo virus a mediados de enero, en Fitur, al pasar por delante del enorme stand de China camino de la sala de prensa. Ya había alguna noticia, pero para todos, Oriente quedaba muy lejos y una enfermedad no podría afectar a la Europa civilizada.

En noviembre, un médico especializado en la poliomielitis nos contó, con el convencimiento de que era imposible en nuestros días, que en los años 50 en Estados Unidos ponían carteles prohibiendo la entrada a las poblaciones infectadas. Nada es imposible. Meses después, quienes pudimos movernos para trabajar necesitábamos mostrar el salvoconducto a la policía en cada esquina.

Ahora hace cinco años, Página66 publicó la primera noticia. Era evidente que las dificultades iban a ir en aumento; ya se habían suspendido las Fallas, pero casi ni nos atrevíamos a preguntar. La esperanza de que hasta abril quedaban dos meses nos mantenía en una ilusión que sabíamos imposible. Esa primera noticia no suponía todavía una suspensión. El 11 de marzo de 2020, Página66 publicó que “la prevención del coronavirus obligará a jugar a puerta cerrada a Alcoyano y Alcodiam”. Decíamos que “el efecto del coronavirus había llegado a Alcoy”. Efecto, decíamos. No había suspensión, solamente puertas cerradas.

Eso fue un martes. El jueves dejamos de trabajar en la redacción. Sabíamos, porque ya lo habíamos visto fuera de España, que cuando en una empresa aparecía un positivo, las autoridades sanitarias clausuraban la sede para cortar los contagios. Un periódico no podía parar: había que informar, y más que nunca.

Enseguida llegó la cascada de aplazamientos: el Grupo Show, el torneo de fútbol de veteranos se aplaza; ya sí, el partido del Alcoyano, la Pujada a la Font Roja, els Nanos de Cocentaina, las actividades previstas en Muro... Viernes 13 de marzo: decidimos publicar una noticia contenedor en la que apareciesen todas las suspensiones y aplazamientos producidos.

Teníamos constancia ya de casos locales. Que si el virus había entrado en España por Valencia tras un partido de fútbol, que si un viajero venía de Wuhan, que si un alcoyano que vive en Milán... Hasta ese momento, la crisis sanitaria era algo externo, pero teníamos constancia no oficial de que aquí ya se mascaba el desastre de Oliver.

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Decidimos explicar qué íbamos a hacer: informar de cuanto pasara en nuestra zona de cobertura informativa y tratar de no alarmar, aunque es cierto que en esta redacción ya lo estábamos. Pero ni en la más pesimista de nuestras imaginaciones creímos que la cosa llegaría a tanto. Escribimos: “Intentaremos que el coronavirus genere las mínimas noticias posibles y que, poco a poco, sean más positivas que negativas”. Ilusos.

El mismo viernes por la tarde, sin acercarse a más de medio metro por si acaso, montamos un plató en medio del comedor de Gabriel Llácer. Cuando acabamos, escuchamos a Pedro Sánchez anunciar que, a partir del lunes, todos teníamos que permanecer encerrados en casa. Ese plató y todo lo que habíamos ido probando durante años para la realización a distancia nos permitieron hablar con todas las personas que podían aportar luz a la crisis y también mantener un contenido útil, fundamental para quien no tenía más que hacer que salir a aplaudir a las ocho de la tarde.

Internamente nos hizo gracia, perdón, ver cómo los propietarios de bazares chinos se protegían con una cortina. Enseguida llegaron las medidas de prevención en todas las poblaciones: Alcoy, Cocentaina, Muro… Querían frenar los contagios, porque ya nada más se podía hacer. El mismo viernes 13 llegó el anuncio presagiado: Alcoy aplaza las fiestas. Emitimos la rueda de prensa en directo y pudimos llorar con el entonces presidente, Miki Olcina.

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Colas en los supermercados y estanterías vacías. Los encargados de ir a comprar en cada casa recordarán todavía la sensación húmeda y fría al entrar en una tienda y ver que faltaba aquello que teníamos por costumbre. Sábado 14 de marzo.

A partir de ese momento, comenzamos a escribir noticias que siempre pensamos como imposibles. Desde el inicio de Página66, hemos huido de los acontecimientos luctuosos. Forman parte de lo que pasa y hay que contarlo, pero tienen siempre una doble vertiente: el dolor de los afectados, que tratamos con el máximo respeto de que somos capaces. Acertar con el límite entre la información y el morbo es complicado, y cuando te ves escribiendo cifras de muertos de dos dígitos a diario y sabiendo que nadie ha podido despedirse en condiciones, te preguntas qué es la humanidad.

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Había que informar y en aquellas condiciones. Fue muy duro. A la tristeza de conocer de primera mano qué estaba pasando y tenerlo que traducir en palabras, se unía la incertidumbre sobre la continuidad. Desapareció toda fuente de ingresos. No había publicidad. Subsistimos gracias a la generosidad de los clientes que permanecieron; sin ellos, hoy no podrías estar leyendo esto. Además de contar, teníamos que comer. Podríamos haber aminorado la cantidad de noticias, pero pensamos que no era el momento. Había paisanos que necesitaban saber. No ha sido fácil; como tantas empresas, hoy seguimos afrontando las consecuencias de aquellos momentos.

Supimos que había bastantes fallecidos en DomusVi. Teníamos fuentes que nos alertaban de situaciones imposibles después comprobadas. Oficialmente, nadie sabía nada. El 17 de marzo, martes, después de una reflexión profunda, decidimos hacernos eco de los tres muertos que habían confirmado los compañeros de El Nostre. Nuestras fuentes insistieron: son más, pero no queríamos alarmar sin tener constancia fehaciente. Por la tarde, la consellera de Sanidad dio la primera pista de lo que tenía que venir: había 45 infectados.

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Llamábamos coronavirus. Todavía “el bicho”, como le decían muchos, no tenía apellido. La OMS aún no lo había bautizado como covid-19.

Miércoles 18 de marzo: ya eran 58 los afectados. Jueves 19: al menos 10 trabajadores de DomusVi estaban infectados. Viernes 20: 72 enfermos en la residencia. Sábado 21: Sanidad busca sanitarios jubilados. Lunes 23: ya son 21 los muertos en Oliver

Nos obligaban a caminar por la derecha, ponernos guantes, hacernos mascarillas en casa, tirar toda la basura junta... Comenzamos a querer saber cómo afectaba la crisis sanitaria a las personas confinadas, a la economía, al teatro, al textil, al comercio, al ballet… a la gente que no podía hacer más que leernos. Y así, meses y meses.

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Se alarga el confinamiento. En mayo, eran 115 los muertos en las comarcas de nuestra zona de cobertura informativa. 80 solamente en Alcoy, la mayor parte en la residencia de mayores DomusVi, cuyos familiares tuvieron que creer que aquella caja rodeada de medidas de seguridad era su pariente.

Después, horarios para salir, distancias máximas desde casa, controles a la entrada de las tiendas. Por fin llega la que se empeñaron en llamar “nueva normalidad”, y pudimos ir con el susto en el cuerpo a tomar algo en una terraza en compañía del bien más preciado entonces: otras personas. Llegan los primeros casos en establecimientos hosteleros, a los que obligan a cerrar y quedan marcados como peligrosos. Lo que les faltaba. Si el poco reparto a domicilio no les había servido para nada más que para mantener la ilusión, ahora muchos sufrieron el señalamiento que condujo a sus mesas vacías.

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En Página66 se nos ocurrió que estaría bien animar a las personas a mantener las distancias o a llevar mascarilla siempre. No hacía tanto que el tapabocas era obligatorio, desde mayo, dos meses después de la declaración de la pandemia. Cuando hubo disponibilidad. Mientras tanto, todos con guantes enjuagados con hidroalcohol.

El verano pasa factura. Llega septiembre y continúan los casos. En todas partes. Goteo de muertes. Comienzan, por fin, las pruebas masivas. En noviembre encuentran 10 positivos en la residencia de mayores del Preventorio.

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Diciembre. Alcoy alcanza la cifra de 99 fallecidos. Tras la Navidad, nos encierran en la ciudad. Salen positivos en Emilio Sala y en San José. El Hospital Virgen de los Lirios está al máximo de ingresos. Ya se llama covid. Los Reyes Magos llegan a Alcoy, pero, cada vez que lo pensamos, se nos eriza la piel. No vamos a contarlo.

Hasta el 20 de enero no bajamos a nivel medio y no nos dejan salir del término municipal. A partir de ese día solamente de lunes a viernes y la hostelería sigue cerrada. La primera semana de enero suma 12 muertos más. Van 121. Ya teníamos todos a un conocido. Empieza la vacunación, primero para las personas con más riesgo. Abren comercios, pero solamente hasta las 18 h.

Se reanudan las clases en los colegios y sumamos más contagios. Llegan las PCRs masivas, pero solamente en las aulas con casos. No hay fin. Al Alcoyano le toca jugar contra el Madrid en la Copa del Rey y nadie puede ir al campo. En febrero, mueren 15 personas más en la comarca. Ya son 185 en Alcoy, 30 en Cocentaina y 9 en Muro. A la semana siguiente, la cifra trágica sube en los tres municipios: 212 en Alcoy, 12 en Cocentaina y 10 en Muro.

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Marzo. Un año ya. El día 12, alcanzamos los 232 muertos en Alcoy. Anuncian las vacunaciones masivas de personal docente. Luego, los demás por orden de fecha de nacimiento. Muchos, miles, cada semana, pero el complicadísimo proceso se alarga hasta después del verano.

Alcoy llega a la incidencia cero y la comarca comienza a presentar datos esperanzadores. Es abril de 2021 y tampoco hay fiestas. Mayo, junio, julio, agosto... La incidencia de contagios es una montaña rusa sin arnés. En agosto, tras medio año, vuelve a haber un fallecido en Cocentaina. Son 36. En Muro también, ya son 14. En septiembre, 15.

A finales de mes, cierra el centro de vacunación masiva. Días después, el 19 de octubre, llegamos a la “nueva normalidad”, los ansiados 25 casos por cada mil habitantes.

La cosa no para. En noviembre, los muertos en Alcoy son 234. Hacía poco más de un mes que no fallecía nadie y, con eso, manteníamos esperanzas. Pero, a mitad de diciembre, se suman dos personas más a la lista funesta. Y así continuó hasta el apagón informativo.

El inicio del año 2022 no da demasiadas esperanzas. Sube de nuevo la incidencia. Las vacunas sostienen las vidas, pero los ingresos llenan dos plantas del hospital y las colas en los centros de salud son de miedo. Porque seguíamos teniendo miedo.

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Los casos comienzan a disminuir a final de febrero. En marzo, dos años después, son 247 muertos en Alcoy y 38 en Cocentaina. Podemos sentarnos juntos si vamos al cine y dejan de facilitarnos datos de contagios y fallecidos. Ojos que no ven... En julio, llega la séptima ola con 16 ingresados en el Hospital Virgen de los Lirios.

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